
La deficiente infraestructura en Perú no solo afecta la calidad de vida de la población, sino que también representa un freno para el crecimiento económico del país. Según la economista Mónica Muñoz Najar, las fallas estructurales persistentes han limitado el desarrollo y ampliado la corrupción en el sector.
“Una mala infraestructura genera un mal desarrollo económico; por lo tanto, se le debe dar la importancia necesaria para abordar las deficiencias que han prevalecido a lo largo de los años”, enfatizó Muñoz Najar.
Entre los principales factores que agravan la crisis de infraestructura en Perú, destacan:
- Falta de inversiones en sectores clave.
- Un sistema de incentivos ineficiente, que no motiva la inversión privada.
- Corrupción en la gestión pública, que retrasa proyectos y eleva costos.
Como resultado de estas deficiencias, Perú ha caído en el ranking global de infraestructura, ubicándose en el puesto 127 de 180. En comparación, países como Uruguay y Chile han logrado consolidar modelos más eficientes de inversión y gestión.
Para revertir esta situación, expertos destacan la necesidad de una política de inversión sostenida y una mayor transparencia en la ejecución de proyectos. El fortalecimiento de la infraestructura permitirá no solo mejorar la competitividad del país, sino también fomentar un crecimiento económico equitativo y sostenible.